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Bajo autoridad divina

Del número de mayo de 1987 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando un centurión envió a los ancianos de los judíos para rogarle a Cristo Jesús que sanara a su siervo a quien quería mucho, reconoció un hecho fundamental acerca de la relación entre el poder y el individuo. En un segundo mensaje al Maestro, el centurión dijo: “Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad”. Lucas 7:8. ¡Bajo! El centurión debe de haber comprendido que la autoridad que ejercía sobre sus soldados representaba mucho más que su propio poder personal. Puesto que estaba al servicio del Imperio Romano, el poder del imperio se ejercía a través de su palabra. Cuando daba órdenes a sus soldados, era obedecido; no solamente porque él, en su rango de oficial lo exigía, sino porque en todo orden legal su autoridad procedía del emperador. El centurión percibió que Jesús tenía una relación similar con el poder divino. Más aún, debido a que reconocía la fuente divina del poder del Maestro, esperaba resultados; necesitaba sólo la palabra, y aceptó la curación.

A través de sus enseñanzas, Jesús dio autoridad (poder) a sus discípulos para sanar, y además prometió que esta autoridad actuaría a través de todos los que aceptaran, comprendieran y practicaran sus enseñanzas. Todos aquellos que obedecen al Cristo y se someten a la autoridad de Dios — en obediencia a Su ley — están puestos “bajo autoridad”. Cuando una persona habla en nombre (naturaleza) de Cristo, el poder de Dios respalda esta autoridad. No tiene importancia quiénes somos — ricos o pobres, si tenemos estudios o no, si somos jóvenes o viejos, humanamente inteligentes o faltos de inteligencia — si comprendemos y hablamos la verdad, estamos bajo la autoridad de la Verdad, y la Verdad se mantiene vigente.

En Ciencia y Salud la Sra. Eddy escribe: “Es posible, — sí, es deber y privilegio de todo niño, hombre y mujer — seguir, en cierto grado, el ejemplo del Maestro mediante la demostración de la Verdad y la Vida, la salud y la santidad”. Ciencia y Salud, pág. 37. Quien está consciente de la totalidad del Amor, está bajo la autoridad del Amor, y cuando exprese el Amor en sus palabras y en su vida, el Amor estará vigente en su experiencia. Toda tentación de ceder al odio y a la apatía disminuirá; el resentimiento y la indiferencia se verán más rápidamente como ilegítimos.

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