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El hombre: evidencia inmortal del bien divino

Del número de septiembre de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


De acuerdo con la Biblia, el libro de texto de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) presenta científicamente la naturaleza verdadera de Dios y del hombre. Partiendo de la base de las inspiradas declaraciones de la Verdad contenidas en el libro de texto, nuestro estudio, oración y aplicación práctica de la ley de Dios aportan una percepción de la realidad espiritual que cambia nuestra vida. El estudiante de este libro de texto, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, comienza a entender que la realidad comprende sólo lo que Dios ha creado, sólo lo que es perfectamente bueno, puro y permanente. Cualquier otra cosa — la materia, la enfermedad, el pecado, la mortalidad — es fundamentalmente irreal.

El hombre verdadero, como nos enseña la Ciencia Cristiana, no pertenece a la categoría de “cualquier otra cosa”. El hombre es el reflejo puro, la manifestación perfecta, la expresión ilimitada de Dios, la Mente divina. En Ciencia y Salud nuestra Guía describe al hombre de esta manera: “La compuesta idea del Espíritu infinito; la imagen y semejanza espiritual de Dios; la representación completa de la Mente”.Ciencia y Salud, pág. 591. Ninguna irrealidad — incluso las limitaciones materiales de la carne, el mal y la discordia de la mortalidad — pueden oscurecer la revelación divina de la verdadera identidad del hombre.

No hay dos clases de hombre, el primero espiritual y santo, el segundo material y predestinado a pecar, sufrir y morir. Hay sólo una clase de hombre: completamente espiritual, totalmente bueno, eterno. Una vez más, “cualquier otra cosa” sería fundamentalmente una creencia falsa, un concepto equivocado, una falsificación de la verdad. El hombre mortal es un mito, un enigma, un sueño abrigado por la llamada mente mortal, la cual en sí misma carece de sustancia o identidad. El sueño de la mortalidad, con sus sugestiones de mal y limitación, en ningún punto coincide con la realidad de la Verdad inmortal, donde el hombre es la evidencia inmortal de la bondad de Dios. En el libro de texto leemos: “El hombre como linaje de Dios, como idea del Espíritu, es la evidencia inmortal de que el Espíritu es armonioso y el hombre es eterno”.Ibid., pág. 29.

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